lunes, 29 de octubre de 2007

Introducción

Observar el rostro de un niño mientras juega, puede convertirse en un momento excelso para quien comprende el lenguaje de los gestos y las expresiones; en él pueden leerse significados que surgen de lo más profundo de la esencia humana y que en ese acto simple, transparente y cotidiano se resumen totalizadoramente.
Jugar es sinónimo de vida y crecimiento. No es posible en la actualidad pensar en un planteo pedagógico que desconozca la realidad y la necesidad de jugar de los niños, con un análisis profundo de sus características desde el punto de vista psicológico, motriz y social.
No puede entenderse en la actualidad pedagógica, una enseñanza basada exclusivamente en las propuestas dirigidas a los individuos como entes autárquicos y que no comprende la realidad de la dinámica grupal y social como elementos claves para el aprendizaje y la adaptación del Yo al mundo.
Todo juego en el niño se encuentra influenciado por los factores humanos del medio en que vive, aún en la más tierna infancia.
Aspecto imprescindible a considerar para no quitarle al juego uno de sus elementos constitutivos, la libertad- y al mismo tiempo orientar dicho juego en un sentido de ayudarlo a desarrollar los diferentes aspectos de su personalidad, a partir de objetivos educacionales definidos.
Cada juego deviene de un análisis de su calidad, su relevancia en función de los objetivos educativos, su pertinencia de acuerdo a las posibilidades de los niños y a las situaciones diferenciadas y su efectividad como actividad interesante y modificadora de la conducta.


Las consecuencias de insuficientes realizaciones de un juego activo y creador conducen a resultados tales como: Imaginación deficiente, nerviosismo e irritabilidad de los pequeños, derroche del tiempo y ansia de entretenimiento, agresividad y salvajismo mas frecuente en los adolescentes. Desde luego que tales desviaciones psicológicas del carácter tienen en muchos casos otras causas. Pero muchos de defectuosos desarrollos pueden ser eludidos o en última instancia mitigados mediante una ambientación en la que el niño pueda expansionar sus alegrías y sus tristezas.
La senda que conduce al trabajo se verifica a través del juego.
El niño al tiempo que juega va desarrollando habilidad de manos, agilidad, vivacidad de los sentidos y una buena disposición natural: todas ellas resultan necesarias para la vida. El chico es una persona en formación: depende en gran medida del juego, si el chico va a llegar a ser una persona activa, creativa, curiosa de conocer el mundo, una persona autosuficiente y no si este será una persona tímida, cerrada, incapaces de resolver sus pequeños problemas, miedos de equivocarse, si será dependiente de los adultos ( y cuando serán adultos dependerá de sus superiores, incapaces de tomar decisiones ).
El juego es la garantía mas segura de un vigoroso desarrollo del niño y es una valiosa ayuda para la educación de la juventud.

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